2018 – Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina ye Caribe
América Latina y el Caribe se aleja del cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2: Hambre cero. Su número de personas subalimentadas aumentó por tercer año consecutivo: en 2017 alcanzó 39,3 millones, en gran medida debido a Sudamérica. La malnutrición en la Región toma muchas formas: uno de cada diez niños y niñas menores de cinco años presenta retraso en el crecimiento; uno de cada cuatro adultos es obeso; una de cada cinco mujeres en edad fértil padece de anemia. Los problemas de malnutrición de la Región son el resultado de los profundos cambios que han afectado a sus sistemas alimentarios, los cuales determinan la cantidad, calidad y diversidad de los alimentos disponibles para el consumo, transformación que ha sido impulsada por la creciente urbanización, el cambio de los patrones alimentarios y las nuevas formas de producir y procesar alimentos. Las desigualdades sociales y económicas que caracterizan a la Región agravan el problema de la malnutrición. Grupos que enfrentan mayor vulnerabilidad, como la población que vive en situación de pobreza, los niños y niñas, las mujeres, los miembros de pueblos indígenas y los habitantes rurales, tienden a presentar problemas más severos de hambre y malnutrición. Aproximadamente cinco millones de niños y niñas de la Región padecen desnutrición crónica; sin embargo, la incidencia de la desnutrición es mayor entre los niños y niñas indígenas, aquellos que habitan en zonas rurales, o que pertenecen a estratos socioeconómicos más bajos. La desigualdad de la malnutrición también se ve en el género: en América Latina, el 8,4 % de las mujeres sufre inseguridad alimentaria severa, en comparación con el 6,9 % de los hombres, mientras que la tasa de obesidad de las mujeres es mayor a la de hombres en toda la Región, a diferencia de lo que sucede en otras partes del mundo. La solución a las problemáticas del hambre y la malnutrición en la Región requiere cambios en su sistema alimentario. Los actores de este sistema deben de trabajar juntos para garantizar una mejor alimentación para todas las personas, ahora y en el futuro, de forma más sostenible y adaptada al cambio climático.